ARGENTINA Y VENEZUELA
Las cosas no parecen
pintar favorablemente en Argentina y Venezuela y tiene que preocuparnos mucho,
porque Néstor y Hugo, primero, y ahora, Cristina y Nicolás, han sido y son
amigos de Bolivia, no sólo del gobierno boliviano.
Tras conocerse los
resultados de las elecciones del pasado día domingo, está claro que el kirchnerismo
representa un tercio del electorado argentino y, de acuerdo a varios análisis
pre-electorales, las próximas elecciones municipales de diciembre muestran una tendencia
poco auspiciosa para el Partido que dejó el Comandante Chávez.
Ha surgido en la
capital bonaerense la figura de Sergio Massa –ex jefe de gabinete del gobierno
de Cristina Fernández-, y también se ha ratificado el voto del partido del empresario
y actual Intendente de Buenos Aires, Mauricio Macri. Ambos personajes expresan
las dos caras de la misma moneda, es decir, aquella con la que se manejan los
intereses de los grupos de poder económico distantes a la gestión de la
Mandataria.
Mientras tanto en
Venezuela continúa la labor de desgaste que emprende, al interior y exterior de
su país, el líder opositor Enrique Capriles y el descontento parece ir en
aumento inclusive, de acuerdo a algunos analistas, en el seno de las fuerzas
armadas.
Al sur de nuestro
país –si lo sabrán bien quienes viven en las poblaciones fronterizas-, el dólar
paralelo y una dinámica de permanente tensión con los principales grupos de
poder mediático, han precipitado la caída del electorado justicialista que
acompaña a Cristina y sobre todo en esa batalla ha jugado un rol importante el
periodista Jorge Lanata con una sistemática campaña de denuncia de casos de
corrupción.
En tanto que en el
país bolivariano, primero fueron temas como los apagones, las crisis
carcelarias y la inseguridad ciudadana que creaban un ambiente
desestabilizador, ahora son la escasez, inflación, corrupción y la reciente
denuncia que Nicolás Maduro tendría nacionalidad colombiana.
En definitiva, parece
por demás evidente que aunque el Frente para la Victoria (FPV) ha logrado
ratificar su mayoría parlamentaria, no le queda la suficiente musculatura
política como para lograr una reforma que habilite la re-elección de Cristina;
por el otro lado, es por demás evidente que si el Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV) desea ganar las próximas elecciones, Nicolás debe encarar ajustes
fuertes en sus filas y sin anestesia, lo que es ir mucho más lejos que la
cuando menos curiosa organización de un viceministerio de la felicidad suprema.
La Paz, 30 de Octubre de 2013.
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