DISCURSO Y REALIDAD
Insistentemente el
Gobierno ha reivindicado una postura revolucionaria, anti-imperialista,
anti-capitalista y socialista.
A no dudar que ha
sido muy revolucionario avanzar en términos políticos con la Asamblea
Constituyente y en términos económicos con la Nacionalización de los
Hidrocarburos.
En cuanto a su
postura anti-imperialista, es por demás evidente que la expulsión del embajador
estadounidense, la DEA y USAID han sido posturas más que audaces, además de
alentar relaciones particularmente próximas con Cuba, Venezuela e Irán, o
procesos integracionistas como el Tratado ALBA-TCP y UNASUR.
Sin embargo, queda
poco clara su posición anti-capitalista y mucho menos en la búsqueda del
socialismo, porque, si bien el Gobierno ha logrado en estos ocho años mejorar
la participación estatal en la economía y sobre todo en áreas especialmente
estratégicas como hidrocarburos, aún quedan algunas dudas que es bueno
compartirlas:
- Gestión de créditos
con cargo a la deuda externa tramitados de los organismos financieros
internacionales.
- Emisión de bonos a
través de los mecanismos bursátiles del mercado financiero internacional.
- Privilegios
impositivos para sectores sociales como los cocaleros o los cooperativistas
mineros que viven un acelerado proceso de concentración de riqueza.
- Pingües ganancias
en el sistema financiero privado a través de las entidades bancarias y
entidades de intermediación financiera.
- Leyes de entidades
financieras, inversiones y minería en consenso con los operadores privados que
tienen intereses creados en estas materias.
- Acuerdos cada vez
más entusiastas con la dirigencia del empresariado privado nacional y
particularmente son sectores de la burguesía agroganadera e industrial del
oriente del país.
Quizás sería bueno
bajar el tono discursivo y reconocer que el modelo en el que estamos no es
anti-capitalista y mucho menos puede preciarse de estar conduciéndonos al
socialismo.
La realidad pudo más
que las intenciones, el modelo económico en el que estamos es una rara mezcla
de discurso radical y pragmatismo económico, posiblemente el tiempo quedó
corto, las fuerzas no aguantaron, los actores no estaban convencidos de avanzar
más o es que esto se llama socialismo del siglo XXI, o tal vez, finalmente
decidieron hacerlo con dirección al “capitalismo andino-amazónico”.
Sea como fuese, lo
evidente es que hay que seguir reflexionando sobre qué significa el socialismo
en estos tiempos y a la luz de tantos cambios en el mundo de hoy, de mi parte
comprometo compartir algunas reflexiones en un futuro próximo.
El tiempo nos dirá
qué pasa y particularmente las próximas elecciones, pues la composición del
bloque de poder nos dirá cuáles actores constituyen factores de poder real y
cuáles son factores de poder nominal en la estructura del oficialismo, una
pauta de eso ya podríamos ir anticipando a propósito del rumbo que tome el
conflicto en torno a la ley minera y en qué medida pesan las posiciones de cada
movimiento social, sean las declarativas o las movilizadas.
La Paz, 7 de Abril de 2014.
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