ENCUESTAS Y ELECCIONES
Estamos a poco menos
de dos semanas para que las bolivianas y bolivianos concurramos a votar y el
panorama político electoral, reflejado en las encuestas y los foros, deja entrever ciertos aspectos sobre los cuales compartimos algunas reflexiones:
Puntos más o puntos menos, las encuestadoras coinciden
Han sido varias las empresas encuestadoras que han compartido los resultados de sus ejercicios encuestales, coincidiendo puntos más o puntos menos, en señalar que Evo Morales lleva una amplia ventaja en las preferencias con lo que podría dar por descontada su re-elección.
También, esas mismas
fuentes coinciden en señalar que siguen de lejos al candidato-presidente, los
candidatos Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga, Juan del Granado y Fernando
Vargas, en ese orden.
Llama la atención de
estos resultados, que en los nueve departamentos del país se haya uniformado el
orden de las preferencias electorales, pues en las más de tres décadas de
democracia en Bolivia, siempre ha habido particularidades regionales en cuanto
al comportamiento del voto: diferencias entre occidente y oriente; el voto
consecuente de El Alto por sucesivos caudillos electorales; dependiendo del
origen natal o de la trayectoria de vida del candidato; la tradición política
de determinadas regiones devenida desde la época de la Revolución Nacional; su
gestión particular al frente de un problema concreto o en el ámbito de la
gestión municipal.
Tres segmentos electorales considerando sus antecedentes
Ahora bien, independientemente que sean ciertos o no los resultados de las encuestas, teniendo en cuenta los antecedentes históricos de cada una de las candidaturas, sus posiciones políticas y discursivas, se puede advertir que en el espectro político electoral se tiene tres segmentos electorales a considerar:
1.
El oficialismo que lleva a
la re-elección a Evo Morales, que habiendo comenzado con una sigla prestada de
una corriente falangista como fue el MAS-Unzaguista, luego de su paso por el
poder, ha logrado posicionar en el imaginario de la gente, la idea del Proceso
de Cambio, la Revolución Democrática y Cultural, la Nacionalización de los
Hidrocarburos, la nueva Constitución Política del Estado y varias otras cosas
más; con un discurso político radical que apela a referentes de la izquierda
marxista e indianista del país y que sin embargo, ha mostrado un asombroso
pragmatismo a la hora de moverse en las aguas de la economía capitalista y
también una no menos asombrosa versatilidad en el ámbito de las alianzas con sectores
empresariales y resabios de las fuerzas de derecha.
2.
La oposición de derecha con
dos vertientes, que encabezan Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga, ambos
vinculados a sectores empresariales, quienes nunca estuvieron de acuerdo con el
Proceso de Cambio, que se opusieron a la aprobación de la nueva Constitución
Política del Estado y que guardando matices entre sí mantuvieron una invariable
posición adversa a la gestión gubernamental, muy afectos a la economía de
mercado y con ciertas contradicciones discursivas en torno a sus afectos y
desafectos con la embajada norteamericana y el retorno de la DEA.
3.
La oposición de izquierda y
ambientalista también con dos vertientes, una a cargo de Juan del Granado y la
otra con Fernando Vargas, respectivamente, que comenzaron como aliados de la
gestión gubernamental, se identificaron con el Proceso de Cambio y la nueva
Constitución Política del Estado desde el principio y que desde sus posiciones
de izquierda y ambientalista, sumada a una larga experiencia en la gestión
municipal, asumieron una posición crítica cuestionando fundamentalmente
aspectos relacionados con la corrupción y lo sucedido en el TIPNIS y Chaparina.
Dos unidades necesarias para su proyección política
No cabe duda -así coinciden varios analistas-, que la unidad en torno a una candidatura única en la oposición, hubiera tenido mejores opciones frente a la candidatura oficialista, sin embargo, también debe quedar claro que no se trata de unir a todos, juntos y revueltos. Existen diferencias políticas que se arrastran en torno a visiones sobre el proceso histórico-político que vive el país y consecuentemente de cómo encarar la coyuntura electoral, lo que no significa que entre las distintas fuerzas políticas no puedan/deban encarar necesarios escenarios de diálogo y entendimiento sobre temas puntuales.
La unidad siempre es
una posibilidad y en otras ocasiones, una necesidad, sin embargo, debe guardar
un mínimo de coherencia política, por lo que teniendo en cuenta los
antecedentes políticos de cada fuerza electoral hubiera venido bien al
electorado advertir dos unidades políticas y consecuentemente tres bloques
electorales claramente identificados: uno oficialista y dos de oposición, o
también, si se prefiere ver desde su posición con respecto al Proceso de
Cambio: uno abiertamente contrario y dos identificados con el (uno en la vereda
oficialista y otro desde la crítica frontal a la gestión gubernamental).
Después de todo, no
hay que ver la política en perspectiva de corto plazo y solo para las
elecciones del 2014, sino sobre todo, considerando de manera responsable ante
el país, la construcción de proyectos políticos fuertes y democráticos, que
permitan reconstituir un sistema plural de partidos para debatir políticas
públicas de largo aliento en beneficio del pueblo boliviano.
Felizmente faltan
pocos días para salir de dudas sobre las encuestas, pero también para saber si
los políticos estuvieron o no a la altura para comprender la coyuntura y su rol
en la historia política del país.
La Paz, primero de octubre de 2014.
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