“…el PS-1 y los socialistas…”
Conocí a Marcelo Quiroga Santa Cruz y el PS-1, a través
del espacio que les dieron en canal 7 para las elecciones de 1978, fue entonces
que a mi muy temprana edad, la fuerza y la claridad del mensaje socialista de
Marcelo me convenció.
Dos años después de ese hecho que marcó mi vida, tendría
el mayor sentimiento de desazón y ausencia, cuando en la sala de espera de un
consultorio dental, comprendí de la charla de otros pacientes, en medio del
miedo que se sentía por la dictadura, que Marcelo había sido
victimado horas antes en la ciudad de La Paz.
Desde entonces, volqué con más ahínco buena parte de mi
tiempo en el colegio y la universidad a la dirigencia estudiantil, llegando a
ser activista a tiempo completo en el frente universitario T-SUR y aunque no
llegué a inscribirme formalmente al PS-1 –es una historia aparte-, puedo decir
que ejercí la militancia de convicción y participé del efímero intento de
unidad de los socialistas en las elecciones de 1989, donde sorpresivamente fui
postulado a diputado, pero claro, fui inhabilitado correctamente por la
autoridad electoral porque no reunía el requisito de la edad mínima –anécdota
familiar de yapa-.
Entre el estudio y la lucha estudiantil y con el paso del
tiempo acabé comprendiendo de mejor manera esta íntima relación existencial
entre el PS-1 y la figura de Marcelo.
Nació en las
calles
El Partido Socialista nació empezando la década de los
70s en las calles de La Paz un Primero de Mayo, porque la cita fundacional en
el cine México tuvo que interrumpirse debido a que había gasificación. Qué duda
cabe, eran tiempos difíciles.
Posteriormente, al calor de las circunstancias propias del debate ideológico y político, se produjo una escisión fundamental,
cuando una facción optó por diferenciarse del Partido Socialista al añadir una
variante especial y entonces muy original en la denominación y la sigla: el
símbolo del guion y el número uno.
Rápidamente el Partido Socialista Uno (PS-1), en las
elecciones de 1978, 1979 y 1980, fue ascendiendo exponencialmente en su
votación, pero sobre todo, lo que sería inalcanzable para propios y extraños,
sería el innegable liderazgo ético e intelectual de su líder, Marcelo Quiroga Santa
Cruz.
Marcelo y su
legado
Marcelo era alguien al que como muchos señalarían luego, un hombre con el que solo cabían dos posibilidades extremas y excluyentes:
el odio hasta la muerte o la admiración traducida en un amor incondicional.
En cierto modo, ambas opciones se corroboraron con la
realidad. La opción del odio se tradujo en su eliminación física y la
desaparición de sus restos mortales hasta el día de hoy, mientras que, el
camino de la admiración condujo a que su memoria quede grabada en la razón y el
corazón del pueblo boliviano.
Sin duda, pudo más el amor que el odio, pues éste se extasió en el momento de su eliminación, en cambio aquél,
crece con el paso del tiempo hasta convertir en una leyenda inigualable, el testimonio,
la lucha y el ejemplo del eterno líder socialista boliviano.
Los socialistas
Desde la desaparición física de Marcelo, fueron varias y
duras las pugnas internas en la estructura partidaria, lo que llevó a que se
den facciones socialistas con diferentes formas de entender la coyuntura
política y actuar en ella, presumiendo cada una de ser la más auténtica y consecuente
con los postulados socialistas.
Hoy, al calor de las próximas elecciones generales, no
parece haber cambiado mucho esta triste realidad. Un grupo ha mostrad su
adhesión con la gestión del presidente Evo Morales; otro grupo se sumó a la
candidatura de Samuel Doria Medina; y en horas pasadas, un tercer grupo apostó
a la candidatura de Jorge Quiroga.
En cada caso, no han puesto ningún reparo por utilizar la
sigla y los símbolos partidarios y haciendo denodados esfuerzos por mostrarse
como la línea política correcta, de consecuencia y coherencia con el
pensamiento de Marcelo.
No tenemos
ningún derecho
Así como he ejercido y ejerzo la acción política, considero que cada compañero y compatriota socialista tiene todo el derecho de ejercer la suya y seguramente también, entre aciertos y desaciertos. No soy quién para erigirme en su juez, sin embargo, considero que tengo todo el derecho de pedirles que respetemos el legado de Marcelo y lo que significó el Partido Socialista Uno en la historia política del país. No es justo utilizar este patrimonio del pueblo boliviano.
Si cada socialista considera que desea y debe contribuir en
el accionar político del país, está en todo su derecho, pero no es justo
hacerlo utilizando al PS-1, después de todo, cada hombre que incursiona en la vida
política será juzgado más por sus actos que por sus palabras. Solo Marcelo tuvo
la virtud de ser tan pertinente como coherente en el discurso y la acción.
La Paz, 14 de
agosto de 2014.
Excelente artículo...
ResponderEliminarGracias por su atención Chasqui...va un cordial saludo. Atentamente Eduardo Maldonado.
ResponderEliminarGracias por su atención Chasqui...va un cordial saludo. Atentamente Eduardo Maldonado.
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